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naturalezas de las criaturas son de muchas maneras, et non es
ninguna cosa de cuantas Dios crió en el mundo, de las que andan en
cuatro pies e en dos pies o que vuelan con alas, más santa nin más
mejor que el homne. Et en los homnes ha buenos e malos, et
acaesce a las veces que en los vestíblos e en las bestias e en las aves
hay alguna que es más leal e más conoscedora del bien fecho que el
homne de bien fecho e que mejor lo galardona. Et esto paresc.e a lo
que dijo el filósofo antiguo: «Conviene a los reyes entendidos e a
los otros homnes que fagan su bien a quien lo meresce e a quien lo
gradesce, e que non faga bien a ninguno fasta que lo pruebe de qué
lealtad es, e de qué amor e de qué gradescimiento; et que non fagan
bien señaladamente al propinco, si non fuere por ello o lo
meresciere, nin deje de facer bien e ayuda al estraño si lo sopiere
gradescer cuanto es el bien e la merced que le facen, et que sea
verdadero e sabio e que ame las buenas obras e los buenos dichos.
«Et cuando fuere conoscido por de buenas mañas, e fuere cierto
dél que tal es, meresce el bien fecho, e meresce ser privado; ca el
físico entendido non se atreve a melecinar al enfermo si non
después que lo cata e tañe su pulso, e conosce su complisión e la
razón de su enfermedat; et cuando esto sopiere bien, estonces se
mueve a melecinar lo.» Otrosí el homne entendido non debe poner
su amor con ninguno si non después que lo probare; ca el que se
atreve a fiarse en alguno, non lo habiendo probado, métese en grant
peligro et llegado es a fuerte lugar. Et con todo esto a las veces
acaesce que face el homne bien a la cosa flaca cuyo gradescimiento
nin conoscimiento non ha probado, nin conosce sus costumbres, et
sábele gradescer et galardonar muy bien, así como dijo el filósofo
de su fazaña que viera: «Non debe ninguno menospreciar ninguna
cosa pequeña nin grande, quier de homne quier de animalia, que
yaga en mal lugar o en tribulación, pudiendo lo librar ende; e
faciéndolo con merced te, con piedad que le haya, tenga esperanza
del galardón de Dios, e non de esperar de haber gracias de aquel a
quien bien ficiere. Nin debe ser seguro del tiempo que le faga haber
menester aquel pequeño menospreciado a quien bien hobiere fecho,
que gelo galardonará; mas debe probar todas las cosas e facer las
bien, segunt probare en ellas.» Et esto paresce a la fazaña que
dijeron los filósofos.» Dijo el rey: «¿E cómo fue eso?»
Dijo el filósofo: «Dicen que unos homnes cavaron en el monte
una lobera para los vestíblos, et cayeron en el la un simio e un tejón
e una culebra e un homne, et non se ficieron unos a otros ningunt
mal. Et acaesció que pasó por ahí un religioso e vídolos yacer allí,
et dijo: «Yo non podré mejor obra facer que librar a este homne de
aquesta tribulación de aquestas bestias, ca todas le quieren mal.»
Desí tomó una soga e colgóla en la foya, a que se trabase el homne
para lo sacar, et trabó se a ella el simio, como es ligero, e salió de la
foya. Desí colgóla segunda vez, e trabóse a ella la culebra, e sacóla.
Desí colgóla otra vez, e trabóse a ella el tejón, e sacólo. Desí fincó
el homne en la foya, e diole el religioso la soga, e trabóse della e
salió. Et derramáronse las animalias e fuese cada una a su lugar.
Et fincó el homne, e el religioso preguntóle por su tierra e
posada, et él díjole que moraba en la cibdat de Jajon, e que era
orebs. Otrosí el simio vivía cerca de aquella cibdat, en el monte del
término, et el tejón vevía así mesmo en una jarín, et la culebra
criaba en el muro de la cibdat. Et gradesció el orebs al religioso el
bien que le ficiera, et díjole: «Tú me has fecho grant bien e me
libraste de muerte; et si a la cibdat vinieres, demanda por mí, ca
adebdado te só por este bien que me feciste.» Et fuese.
Desí a pocos días hubo de venir el religioso a aquella cibdat, por
cosas que había menester. Et en llegando cerca de la cibdat, vídolo
el simio, e conosciólo, et descendió de un árbol en que estaba e
vénose para el lugar, et besóle la mano et humillósele et mostróle
grandes gracias e fízole señas que se posase. Et fuese el simio e
tornóse con fruta para él, et comió el religioso della, et albergó ahí
esa noche a solaz del simio. Et fuese el simio luego al tejón et
díjole: «¿En qué guisa galardonaremos a este religioso el bien que
nos fizo?» Desí dijo el simio: «Yo sé un lugar en esta cibdat por do
entraremos al alcázar; et si tú me siguieres e amparares de los
homnes, fío por Dios que le daremos buen galardón.» Et dijo el
tejón: «Fecho sea.» Et fueron se ambos, et entró el simio por un
lugar que sabía, et estovo el tejón al portillo atendiendo fasta que se
tornó el simio con guarnimentos de oro e de piedras presciosas, e
veniéronse para él et dierongelo, e non le dijeron dónde los
hobieran nin cómo.
Et dijo el religioso en su corazón: «Estos son muchos
guarnimentos e muchas piedras, e yo non he que facer con ellos si
non venderlos. Et tengo el orebs en esta cibdat et téngole fecho el
bien que fice a estos vestíblos, et él ha mayor derecho de me lo
galardonar más que éstos, et yo ir me para él, que me las venda. Et
non quiero otro galardón dél si non éste, e non lo quiero embargar
en otra cosa; et aun yo gelo gualardonaré este trabajo que en ello
hobiere.» Et vénose para casa del orebs; et él, cuando lo vido,
rescibiólo muy bien et demandóle por su facienda et por qué
veniera a aquella cibdat, e él contó gelo. Desí sacó los
guarnimentos e mostró gelos, e rogóle que gelos vendiese. Et
conosció los el orebs. Et andaba ya el roído por la cibdat del furto
dellos, et eran muchos homnes sospechados e otros presos. Et dijo
el orebs al religioso: «Fuelga aquí fasta que yo torne a ti con
recabdo.»
Et salió el orebs dende, et dijo: «Hame Dios mostrado cosa por
que habré la merced del rey, e seré honrado dél e de los mayores de
su regno; et sabrán que só fiel por esto e fiarán de mí. Et yo iré al
rey e facer gelo he saber.» Et fuese para el rey, e fizo le saber de
como él tenía en su posada al que tenía los guarnimentos. Et envió
el rey a su alguacil e asaz de gente, et fueron a la casa del orebs et
fallaron y al religioso con los guarnimentos, e prendieron lo et
llevaron lo preso al rey. Et el rey mandólo luego atormentar, et
después, que lo trajesen por la villa e que lo enforcasen. Et fue
atormentado, e trajeron lo por la villa, et comenzó el religioso a
llorar e a decir: «Si yo creyera los dichos de los filósofos de lo que
dijeron del poco gradescimiento del homne, non llegara yo a esta
tribulación.»
Et del roído de como lo llevaban salió de su forado la culebra e
vido al religioso así, e conosciólo et dijo: «Hoy ha menester a mí
este religioso, así como yo hobe menester a él el día que yo estorcí
por él de muerte; et quiero guisar cómo él estuerza cuanto él pueda,
e así lo faré.» Et fuese e entró en la casa del rey e mordióle un fijo
muy mal, e non lo quiso matar. Et cuando el rey lo sopo, fizo
ayuntar a todos los físicos e los encantadores, e dieron le a beber
sus melecinas e encantaron lo, et non lo tovo pro.
Et cuanto más le facían, tanto más le acrescentaba el dolor e
tanto más se amortecía, et traspúsose. Et mandó el rey a los sorteros
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